Este último tiempo hemos escuchado repetidas veces este concepto, principalmente asociado al área laboral, aunque también se le relaciona a la vida cotidiana. Pero que significa, en que consiste y como lo puedo superar?
Esta palabra proviene del latín: pro, adelante, y crastinus, referente al futuro, postergación o posposición. Por consiguiente, es la acción o el hábito de postergar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables. Aplazar asuntos pendientes o dejar para mañana lo que podrías hacer hoy, es una costumbre muy típica conocida como procrastinación.
En psicología lo podemos definir como una sensación de ansiedad anticipatoria originada por una tarea o situación pendiente, por esto se posterga para mañana, con la creencia de base, que ese día será mejor para realizarla.
Hay quienes afirman que la procrastinación es un problema de regulación y organización del tiempo, otros como Piers Steel, investigador de la Universidad de Calgary, asegura que más que pereza, lo que hay detrás de la procrastinación es un exceso de perfeccionismo, por su parte el psicólogo, Willian Knaus, nos dice que las «autodudas», junto con la baja tolerancia a la tensión, son las raíces de las conductas de postergación y evitación.
Por cierto que esta conducta puede ser catalogada como un mal hábito si persiste en nuestra vida cotidiana.
¿Cómo lo puedo resolver?
Muchos son los tips o estrategias que podemos encontrar en la web para dejar de procrastinar, como la regla de dos minutos, entre muchas otras. La pregunta es si realmente resultan.
Todo mal hábito, como fumar, consumir alcohol en exceso, morderse las uñas, procrastinación, entre otros, tienen una emoción positiva a la base y/o resultado, ya sea, autoregulación emocional, sensación de libertad, tranquilidad, sentido de pertenencia o muchas otras.
Esto significa que estas conductas en apariencia negativas tienen un resultado positivo en el individuo y por esta razón la repite una y otra vez consciente o como acto reflejo para lograr o mantener su bienestar psicológico y emocional. No estamos validando los malos hábitos o consumo excesivo, al contrario, intentamos explicar la base de estos comportamientos que son perjudiciales para el bienestar físico, psicológico y emocional de las personas.
Este vínculo poderoso entre «emoción positiva y mal hábito» es lo que hay que encontrar, revisar y trabajar en sesión para así desvincular la emoción positiva al mal hábito (procrastinación u otro), cuando se logra esto, la conducta indeseada remite, dado que la emoción positiva que provocaba, ahora el individuo la asocia a situaciones o personas presentes o pasadas sin incurrir en la conducta disfuncional.
Una vez más vemos como las emociones juegan un rol preponderante en nuestras vidas y muchas veces ni siquiera lo sabemos…